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sábado, 14 de mayo de 2016

MAR DE DUDAS

Imagen sacada de Internet


Aprovechando que esta noche parece que en mi casa nadie quiere dormir, me he puesto ante el ordenador y he buscado por Internet "imágenes de gente feliz". Al apretar el ratón me han salido varias, entre las que he elegido la reproducción del cuadro que encabeza esta entrada. La pintura me ha llevado al blog de la artista que lo ha hecho: Watermarycolors.
Si he elegido esta pintura es por la luz que en ella hay. Luz y movimiento. Es decir, vida. En ella podemos ver tres personajes: dos mujeres y un hombre. La primera fémina se cubre con una sombrilla blanca. Su brazo izquierdo separado del cuerpo y el movimiento de la tela de la falda de su vestido hacen pensar que se está dejando llevar  por el viento, como una especie de  Mary Poppins. La segunda mujer, a quien preserva del sol el hombre que está detrás de ella, con una sombrilla, parece más apegada al suelo, quizás por el propio peso de la caja que porta. Los indiscretos rayos del sol que se han posado en la parte inferior de su vestido, dejan al descubierto la forma de sus muslos.
Centrándome en el mar que se ve al fondo, me ha dado por pensar el significado tan diferente que puede tener algo según para qué personas. Para los tres personajes de esta pintura el mar es sin duda, agradable, bello. Para los emigrantes que salen de sus países en pateras buscando una oportunidad en otro lugar, ese mismo mar puede ser una amenaza, un peligro al que tienen que enfrentarse.
Siempre me he preguntado si el fin de la vida, como decían los antiguos pensadores griegos, es la felicidad del hombre, por qué hay tanta gente infeliz en el mundo. Quizá sea porque la vida no otorga siempre aquello que se desea, o quizá porque sí lo hace. 
Si preguntáramos a varias personas qué es para ellas la felicidad, cada una nos diría una cosa diferente. Lo mismo sucedería, supongo, si les preguntáramos qué es para ellos la vida. 
Una de las cosas que más me llama la atención es el apego que algunos tenemos a la vida, incluso en los momentos más difíciles, más duros. Y eso les sucede incluso a aquellos que dicen que todo es una mierda.
Desgraciadamente durante ya mucho tiempo los noticiarios nos informan de la, cada vez más, complicada situación de los cientos de miles de refugiados que vagan de un lugar a otro del planeta porque ningún país quiere acogerlos. Son personas que lo han perdido todo, que son rechazados en todos los lugares hacia donde se dirigen. Sólo encuentran fronteras, barreras, muros que les impiden acceder a un lugar porque otros se creen los dueños de él. Sin embargo, no pierden la esperanza. Siguen caminando, buscando. No se rinden. ¿De dónde sacan la fuerza? Supongo que del único lugar donde pueden encontrarla: del amor a la vida. 
En la otra punta están los que se quieren ir, como es el caso de aquellos a los que  una enfermedad les hace insoportable la existencia. Éstos lo tienen mucho peor porque nadie les escucha. En cuanto alguien pide la muerte, siempre hay un equipo cerca dispuesto a ayudarle a que viva lo más posible, a alargarle la agonía. Si el enfermo en cuestión es joven, se alega que está depresivo o incluso loco. Si es mayor, se dice que pide la muerte porque está senil.
¿Por qué a los que quieren vivir, a los que intentan encontrar, aunque sea lejos de su lugar de nacimiento una nueva oportunidad, no se les ayuda y sin embargo, a los que deciden que no quieren o no pueden dar un paso más, se les obliga a seguir caminando? ¿Por qué tanta tenacidad , o debiera decir hipocresía, en darle a la gente justo lo contrario de lo que pide, dando por hecho que son incapaces de saber lo que quieren?
Si el fin de la vida es la felicidad, ¿no debería ser cada cual quien eligiera su camino a esa felicidad? Y en el caso de que la vida le haya arrebatado la oportunidad de serlo, ¿no debería ser también cada cual quien decidiera si quiere seguir sufriendo o no?
Quizá estos pensamientos sean demasiado profundos o complicados para la noche de un sábado. 
En todo caso, los tres personajes del cuadro que he elegido para encabezar todos estos pensamientos, están ajenos a mis elucubraciones. Ellos sólo tienen mar, aire y sol. Y quizá también buena compañía. En esas circunstancias ¿qué clase de tonto se pararía a reflexionar filosóficamente sobre temas tan aburridos?
Mar, aire, sol  y, buena compañía... ¿se puede pedir más a la vida? Pues sí, que quiten barreras para que aquellos que quieran seguir andando puedan hacerlo. Igualmente para aquellos que hayan decidido no dar ni un paso más. 

5 comentarios:

  1. Miles de felicidades distintas. Poliedro de infinitas caras.
    Misterioso y fugaz estado. Se nos escapa de las manos y la volvemos a atrapar. Estar a gusto con uno mismo...es lo único que se me ocurre.
    Que siempre lo estemos.
    Besos amiga caminante.

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    1. Estoy de acuerdo contigo, estar a gusto con uno mismo es lo esencial. La felicidad es muy viajera, un día está contigo, otro parece estar ausente. Por eso hay que exprimirla al máximo.
      Me gustan tus certeros comentarios.
      Un abrazo, compañera de caminos.

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  2. Yo ahora soy feliz. Mañana no lo sé.
    Besos.

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    1. ¿Quién puede saber lo que le pasará mañana? Me alegra tu felicidad, Pedro.
      Un abrazo grande.

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