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miércoles, 23 de marzo de 2016

SOLTANDO RAÍCES

Fotograma de la película
"Brooklyn"
(Imagen sacada de Internet)


La historia es antigua pero rabiosamente actual. Una joven irlandesa (interpretada por Saoirse Ronan), que trabaja por un mísero sueldo como dependienta en una tienda de ultramarinos, regentada por una déspota dueña tanto con su empleada como con las clientas de clase más humilde, tiene que emigrar en busca de una vida mejor, y decide irse a Estados Unidos. Todo cambio exige una elección, un desgarro. En el caso de nuestra protagonista deja una madre viuda y una hermana, (interpretada por Fiona Glascott). 
Ya en América, sus comienzos como dependienta en unos grandes almacenes no son fáciles. Es tanta la tristeza que lleva encima, que llega a ocasionarle más de una advertencia por parte de la encargada, sobre su obligación de cambiar de aptitud, a fin de evitar que sus clientas se vayan sin comprar. En cuanto a su vida privada, tampoco empieza con buen pie. La convivencia con la dueña de la pensión donde vive, así como con otras jóvenes que viven bajo su mismo techo, está rodeada de una atmósfera de control, parecido al que dejó atrás en su pueblo natal Enniscorthy.
El viaje que la joven hace es un recorrido hacia su crecimiento, su madurez. A lo largo de la historia vemos un cambio en ella. Algunas de las personas que se le cruzan en el camino, serán importantes en esa transformación, como el joven italiano (interpretado por Ennory Cohen), que conoce en un baile al que suele acudir, y del que acabará enamorándose.  Una de las escenas más bonitas de la película es precisamente ésa en la que la joven es invitada a comer en casa de su chico y conoce a su familia. Son personas de costumbres, idiomas, ideas distintas, pero alrededor de la mesa hay una especie de comunión entre ellos. Todos son emigrantes. Cada uno en su diversidad, aporta algo. La joven además tiene el detalle de aprender a comer los spaguettis como lo haría cualquier chica italiana, y ese bonito detalle no pasa desapercibido para la madre del joven. 
La noticia de la muerte de su hermana obligará a nuestra protagonista a volver a su pueblo natal. Su ya novio, víctima de lo que podríamos denominar como una especie de ataque de pánico ante la perspectiva de que ella no vuelva, le pedirá que se case con él antes de marcharse. Ella, tras pensárselo, aceptará.
Volver al lugar al que, hasta no hace mucho, añoraba, el conocer a un joven que todo el mundo parece saber que le conviene, y la oportunidad de empezar a trabajar como contable en una empresa, hará que empiece a sentirse otra vez "en casa". 
Es curioso que a veces aquellas personas que desean hacernos mal, son las que sacan de nuestro interior el valor para tomar la decisión correcta. El re-encuentro con su antigua jefa, no tiene desperdicio. En un alarde de poder, la vieja dama intentará hacerle chantaje, amenazándola con extender la noticia de su "secreto" matrimonio, allá en los  Estados Unidos.
Lo había olvidado -dice compungida la joven-.
¿Así que habías olvidado contarle a todo el mundo que estás casada? -le reprocha  su arpía ex-jefa.
Había olvidado -aclara la joven-, la mezquindad que puede llegar a haber en este pueblo.
La rabia que le produce esa conversación, sacará de ella el valor necesario para decirle a todo el mundo la verdad. Abortando cualquier posibilidad de que la vieja dama pueda hacerle algún daño.
La película dirigida por John Crowsley, está envuelta en una luz suave. El vestuario, los paisajes, aportan colorido y una especie de paz. Eso no ha impedido que el director haya plasmado también la parte dramática.
Hay algo desgarrador en la música irlandesa. Sus notas son como lágrimas, como quejidos de morriña de aquellos que han dejado atrás sus raíces. Hay una escena, durante una cena de navidad que la parroquia con la que colabora la joven, (el control de la iglesia está siempre presente),  ofrece a las personas sin recursos, que sin entender el gaélico, hace que sientas frío en las venas.
Todo cambio, como he dicho al principio, lleva consigo un sentimiento de desgarro. A veces hay que saber soltarse de las raíces, y comenzar a caminar con personas que no tienen que ver nada con nuestro pasado. Es parte del crecimiento.

"La suave curva del sendero estaba ante él. La siguió con los ojos hasta la cresta de la loma. allá estaba, envuelta en sombras, recortada contra el cielo, cada delicado perfil se ofrecía con claridad a su vista. Las hayas se mecían a su lado y, alargándose en la noche, borrosas y fantasmales, hacían señas como enormes brazos sin forma.  El tono leve de su música resonó en sus oídos. ¡Cuántas veces había escuchado aquella música y las cosas que le había cantado!

(Sacado del libro de relatos de Seumas O´kelly: "Al Borde del Camino").





3 comentarios:

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  2. Siempre te cuento que no voy al cine y es verdad. Pero hace poco estuve viendo "La corona partida" y tan poco acostumbrada que estoy, que me parecía que el volumen estaba demasiado alto para mis oídos. Da la casualidad de que dieron el trailer de esa película de la chica irlandesa. Y me dije para mí que esa película tenía que estar bien.
    Soltar raíces para echar otras, es muy duro. La historia de los irlandeses sabe mucho de eso. Nunca olvidaré "Las cenizas de Ángela".
    Los cambios son dolorosos aunque sean para ir a mejor. Pero el ser humano es capaz de sacar fuerza para casi todo. Somos como la chica irlandesa.
    Besos, amiga caminante. Fuerza en tu camino.

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    1. Vengo de familia de gallegos, los gallegos como los irlandeses están en todas las partes del mundo. Saben lo que es dejar atrás sus raíces e intentar plantar unas nuevas en otros lugares. Los admiro por su valentía y por su capacidad de adaptabilidad, aunque algunos gallegos llevan la morriña siempre encima.
      Te aconsejo que veas esta película, aunque creo que ya no está en cartelera, pero saldrá pronto en DVD, o quizás puedas verla en alguna otra ciudad. Por su historia y la forma en que su director la ha contado,el colorido y la luz que tiene, es bella.
      Gracias por tus buenos deseos.
      Un abrazo grande, amiga de caminos.

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