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miércoles, 15 de julio de 2015

EL ENCANTO DE LAS PALABRAS

Una de las historias más maravillosas y dolientes que he leído es "La Contadora de Películas" de Hernán Rivera Letelier, que ya mencioné hace tiempo en una de mis entradas, como recomendación de lectura para regalar. En esta novela de no muchas páginas, el autor nos cuenta la historia de María Margarita, una niña con el extraño don de contar películas. Como en su familia el dinero no sobra, cuando se enteran que va a llegar al pueblo una película de Gary Cooper, Marlyn Monroe o Charlton Heston, todos los miembros de la familia reúnen el dinero necesario para comprar una entrada y María Margarita va a verla. Ella, luego, se la contará a la familia y a todo aquel del pueblo que desee quedar embelesado con su palabras.
Es una historia maravillosa, sí, pero también terrible porque conocemos a través de estos personajes, toda la miseria que les rodea, que no es poca.
María Margarita tiene ese don de la palabra que muy pocos poseen, de tal modo que hace que una película en blanco y negro contada por ella, es como si se pudiera ver en tecnicolor y cinemascope.
Ayer me vino a la memoria esta novela porque al ir a coger unas hojas de un periódico atrasado, apareció en una de ellas una noticia que, en su día, me llamó mucho la atención. Era sobre el concurso National Spelling Bee, el torneo anual de deletreo infantil de Estados Unidos, iniciado en 1925. 
La prueba consiste en que el presentador del progama pronuncia una palabra que no suele ser sencilla, pues muchas tienen raíz extranjera. El niño le pregunta su origen, categoría gramatical y algún ejemplo, luego escribe la palabra con un dedo en la palma de su mano y empieza a deletrearla.
Éste es el octavo año que lo gana un niño de origen indio.
La razón de que esta comunidad étnica haya conseguido destacar en esta categoría no es otra, según ha explicado la portavoz  Vallerie Miller, citando un estudio de la Universidad de Pensilvania, que la "perseverancia". Además de tres factores propios de la comunidad india: la importancia de la educación, el fomento temprano de la lectura y la promoción de una competencia sana.  Ahí es nada.

"LA JOVEN PROFESORA c. 1736"
de Jean-Baptiste-Simeon Chardin



No hace mucho, hablando con una amiga, comentaba lo poco que se conversa ahora. Cada uno va con sus pensamientos, o con su aparatito en forma de móvil o tablet. Y ahí ya se sabe que las conversaciones son cortas y, a menudo, en clave, por aquello de ahorrar. Eso está consiguiendo que nuestro lenguaje se vaya reduciendo a pasos agigantados.
Una de las cosas que más me llama la atención cuando veo lectores en una biblioteca, es que ninguno de ellos suele tener a su lado un diccionario. Eso me hace pensar que, una de dos: o tienen una amplitud de vocabulario digna de envidiar, o cuando leen se quedan a medias por no molestarse en buscar esa palabra que, a veces, aparece en mitad de un buen relato y te hace dudar sobre su significado,  e incluso sobre la intención del escritor al ponerla justo ahí.
Recuerdo que no hace mucho, un familiar contrató a una mujer rumana para que cuidara a su madre. La mujer en cuestión era eficiente en su trabajo, pero apenas conocía nuestro idioma. Los primeros días era todo un espectáculo ver a la cuidadora intentando hacerse entender con movimientos, a cada momento más exagerados, de sus brazos. Y a la mujer que tenía que cuidar, intentando hacerse entender con gritos con los que, parece ser, que quería sustituir su falta de conocimiento del idioma del Este.  Al final casi acaban de los nervios las dos.
Se me ocurrió buscar en una librería un diccionario de rumano-español/español-rumano. Si intento encontrar un nuevo planeta, seguramente me hubiera llevado menos tiempo. En una de las librerías la señoria que me atendió me contestó:
-Es difícil que lo encuentre. ¿Cúantos burgaleses cree usted que habrá interesados en aprender el rumano?
No es sólo en los burgaleses en los que hay que pensar -le contesté irónica-. Quizás los rumanos que están trabajando y viviendo aquí, que son bastantes, también pueden estar interesados en aprender nuestro idioma. Por aquello de hacerse entender, más que nada.
Después de dar muchas vueltas, encontré uno. Cuando se lo dí a la mujer rumana, lo agarró como si le fuera la vida en él. Y hasta me dio un abrazo. He de decir que en unos quince días esa mujer logró conocer las suficientes palabras para defenderse. Según explicó, en cuanto tenía un ratito libre, abría el diccionario, e iba leyendo las palabras, y su traducción. El esfuerzo que hizo, es digno de reconocimiento.
No le damos el suficiente valor a las palabras, al lenguaje. Lo utilizamos diariamente y, a veces, bastante mal, sea dicho de paso. Pero ¿se imaginan cómo sería un mundo en el que cada uno hablase su idioma y no se preocupase de intentar entender, y hacerce comprender? Pues sería una torre de Babel, en redondo.
Volviendo a la noticia sobre el concurso de deletreo en los Estados Unidos, se mencionaba en la misma, que el dominio de la comunidad india suscitó el año pasado mensajes racistas en las redes sociales. Al parecer hay gente a la que no le gusta que gane esa comunidad. Pues lo tienen muy fácil, en lugar de malgastar el lenguaje en ese tipo de mensajes ¿por qué no intentan cambiar su vocabulario, presentarse al concurso y hacer uso de las únicas herramientas que pueden llevarles al triunfo? ¿No sería eso mucho más inteligente y productivo? ¿Qué cúal son esas herramientas? Pues ya se lo han dicho clarito: Perseverancia, educación,  fomentar la lectura y, muy importante, la promoción de una competición sana. Todo lo demás, me temo, es hacer el ridículo.

2 comentarios:

  1. ¡¡Qué bonito ese fomento de la lectura temprana!! Un abrazo muy grande y me encanta la foto que has elegido para esta entrada.
    Qué tengas un feliz día lleno de un momentos de lectura

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    1. Es curioso que la gente suele decir que en verano lee más. A mí me pasa lo contrario. Mis ojos buscan el horizonte lleno de luz, verde y demas colores florales.
      Me parece maravilloso que las familias de esos chicos les inciten a la lectura desde pequeños. A veces ocurre que parece que la lectura fuera una especie de "tarea" que hay que hacer todos los días, y no es así.
      El cuadro que he elegido para esta entrada a mí me encantó en cuanto lo vi. Los colores, la perfección de los detalles como el peinado de la joven y su tocado. La concentración de los rostros de los dos personajes. Es una maravilla.
      Yo también te deseo felices momentos de lectura, María. Y gracias por tu visita.

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