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jueves, 10 de abril de 2014

NADA FASHION

Modelo en Pasarela
(Imagen sacada de Internet)




Recuerdo un día que estaba tranquilamente leyendo la prensa. Mi padre, como solía hacer mientras esperaba a que yo acabase, cogió el suplemento que venía con el periódico que yo estaba leyendo, y empezó a ojearlo. Es sabido  que algunas de esas revistas están cada vez más llenas de fotografías de modelos. De repente saltó la siguiente frase:
-Estas chicas, cada semana, llevan menos tela.
Como es natural me hizo gracia. Pero es que, además, tenía razón.
Por lo visto lo que se impone por cuestión de diseño, es que las prendas sean cada vez más reducidas. Además hay gente que está dispuesta, a meterse en dos o tres tallas menos de la que necesitan, pasando hambre durante unos cuantos días. El problema lo tenemos quienes nos negamos a entrar en ese juego, como es mi caso. Más de una vez me ha pasado que cuando me han preguntado mi talla y se la he dado, al ir a ponerme la prenda, no podía ni abrocharla. Me ocurrió con una blusa, que no podía darme los botones. La señorita que me atendía, me sugirió que pusiera un corchete en la parte imposible de abrochar. Yo le contesté que lo que necesitaba esa blusa no era un corchete, sino medio metro más de tela.
La moda, no se puede negar, es un negocio y, como tal, tiene que dar beneficios. Si se vende una prenda talla 50 a un determinado precio, se gana menos que si se vende esa misma prenda al mismo precio, pero dos tallas menos, puesto que al poner más materia prima, el margen que queda de beneficio, es menor. Luego es cuestión de coser a esa prenda, una etiqueta que indique una talla a la que no corresponde, y ya está. Si paralelamente a este tipo de prácticas, se hacen machacanates campañas publicitarias mostrando modelos delgadas, sólo queda esperar a que la gente pique. Por si esto fuera poco, siempre está la picaresca para convencer al cliente de que la prenda que se está probando, le queda como un guante, aunque no sea así.
Hace un tiempo acompañé a una amiga a comprarse ropa. Entramos en una tienda, escogió varios vestidos, y se metió en el probador. Como éste no era muy grande, una vez que se había puesto uno de los vestidos, salió para mirarse en un espejo que tenían fuera. Entonces le surgió la duda de si le quedaba mejor el que tenía puesto o el que había dejado colgado de la percha del probador. Para quitarse de encima esa duda, me pidió que cogiera el vestido que había dejado dentro, y se lo sacara para mirarlo nuevamente. Al entrar en el probador, me di cuenta que la imagen que de mí reflejaba el espejo, era más estilizada que la que había visto en el espejo del exterior. Cuando se lo hice saber a la dependienta, ésta, en un rasgo de honradez, me confesó que los espejos que se colocaban en los probadores estaban graduados, para hacer más delgada a la gente que se estaba probando.

Cuando he tenido que hacerme alguna revisión médica, me ha tocado en una consulta en cuya sala de espera, coincidí con chicas, normalmente jovencitas, que me llegaron a llamar la atención por su aptitud. Solían ir solas, cabizbajas. Sus caras reflejaban una tristeza que no correspondía a la edad que aparentaban. Algunas de ellas tenían las uñas comidas hasta los codos, y parecían nerviosas pues no dejaban de mover las manos o los pies, otras por el contrario, ni se movían. Un día no pude resistir la tentación, y me fijé en el letrero que indicaba la especialidad de la consulta, junto a la que esas chicas habían tomado asiento para esperar su turno. Era la consulta que trataba de desórdenes en la alimentación y tenía otra puerta al lado que rezaba: "Psicología".
Pensé que esas jóvenes no deberían estar a esas horas ahí, sino asistiendo a alguna clase de matemáticas, o trabajando por primera vez en alguna empresa. Que lo único que debería ponerlas nerviosas era el nuevo compañero que le habían puesto en el pupitre de al lado.  Pensé que en un mundo en el que mueren a diario de hambre un montón de personas, no debería ocurrir que alguien pasara hambre por la simple estupidez de poderse poner un modelito, que en algunas ocasiones, ni siquiera es bonito. Pensé que entre todos estamos creando una sociedad donde cada vez más, parece imperar la imbecilidad. Y eso se ve en la forma de vestir  y hasta en la forma de hablar. ¿Alguien me puede explicar que es un "icono de la moda"? esa expresión que tanto se utiliza últimamente. Lo digo porque he buscado la palabra "icono" en el diccionario, y no veo que tenga mucho que ver con el tema. Será que a mi diccionario le pasa lo mismo que a los diseños de hoy en día, que se quedan pequeños. O quizás el problema sea que, como me suele recordar una amiga mía, yo no soy nada "fashion".

2 comentarios:

  1. Son un icono de la estupidez del mundo mal lllamado civilizado.

    Un abrazo, amiga paseante.

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  2. El problema es que no se quieren lo suficiente, y es una lástima porque estoy segura de que tienen interiormente un gran potencial.
    Saludos Abejita.

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