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sábado, 29 de marzo de 2014

SOMOS ELLOS

Inmigrantes subsaharianos saltando la valla fronteriza de Melilla
(foto sacada de Internet)





CIELO

Ahora necesito más que nunca
mirar al cielo. Ya sin fe y sin nadie,
tras este seco mediodía, alzo
los ojos. Y es la misma verdad de antes,
aunque el testigo sea distinto. Riesgos
de una aventura sin leyendas ni ángeles,
ni siquiera ese azul que hay en mi patria.
Vale dinero respirar el aire,
alzar los ojos, ver sin recompensa,
aceptar una gracia que no cabe
en los sentidos pero les da nueva
salud, los aligera y puebla. Vale
por mi amor este don, esta hermosura
que no merezco ni merece nadie.
Hoy necesito el cielo más que nunca.
No que me salve, sí que me acompañe.

(Poema de Claudio Rodríguez, sacado de su libro: ALIANZA Y CONDENA)




Es primavera. Debería estar fijándome en los árboles ya florecidos. Cuando comencé con este blog, me hice el propósito de hacer de él un rincón para la belleza, pero la realidad no siempre es bella. Y aunque yo he intentado embellecerla con una precioso poema de Claudio Rodríguez, la realidad sigue estando ahí.
No hace mucho, cuando nos hablaban de la miseria, el hambre, la muerte que azotaba a África, pensábamos que eso nos pillaba muy lejos. Pero África está muy cerca. Aunque geográficamente estuviese pegando al Polo Sur, seguiría estando muy, muy cerca. No podemos ignorarla por más tiempo, más ahora que sabemos que según se descubrió por los hallazgos en excavaciones como la de Atapuerta, todos venimos de allí.
Cada corte que recibe en su cuerpo uno de esos hombres al intentar cruzar la valla de Melilla, llena de cuchillas, nos lo están dando a nosotros. Cada golpe, cada herida, nos los están causando a nosotros. Porque ellos y nosotros, venimos del mismo sitio, pertenecemos a la misma raza: la humana. Así que no vale seguir mirando hacia otro lado.
Por otra parte, no nos conviene dormirnos en los laureles, porque lo que ahora se les está haciendo a ellos, nos lo pueden hacer cualquier día a nosotros.  Y la prueba está en que quienes se empeñan en crear vallas, muros físicos, y de otro tipo, para separarnos, para hacernos no individuos, sino seres egoístamente individualistas, islas. Esos, digo, no tienen ningún reparo en crear las barreras lo mismo en un lugar fronterizo, que dentro de una misma ciudad. Y como prueba tenemos la propuesta que hizo en su día la señora Botella, para vedar el centro de la capital española a los manifestantes. ¿No es ésa una forma de aislar? Y en esa manía de aislar, siempre se trata de apartar a los molestos ciudadanos que les da por "tonterías" como la de defender derechos como la sanidad, la educación, los servicios públicos para todos los ciudadanos, incluso para los que no se manifiestan.
Es sabido que la pobreza, la miseria, las guerras civiles, nacen de la corrupción de algunos dirigentes políticos. Para que los políticos de otros países, de otros continentes, pudieran decirles a los políticos que gobiernan en los países de África donde impera toda esa miseria, que dejasen de ahogar con ella a los ciudadanos que dicen representar,  dichos políticos tendrían que tener las manos completamente limpias. Quizás sea ese el motivo de que nadie haga nada. Me pregunto cúantos de nuestros políticos podrían lanzar a esos tiranos, la primera piedra.
Es primavera, sí. Pero parece que el invierno se ha asentado en algunos corazones, en algunas conciencias. Escarchando con sus heladas temperaturas cualquier intento de cambiar las cosas y hacer de éste, un mundo habitable para los que hullen del horror. Para todos. Porque todos nosotros, somos ellos.

2 comentarios:

  1. Nada humano ha de sernos ajeno. Estas concertinas que no dan música sino dolor han de estar en nuestro pensamiento con el más firme rechazo.

    Besos, amiga paseante

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    1. A veces pienso que sería muy fácil vivir en un mundo que fuera habitable y bonito para todos. No creo que sea utopía. No entiendo la ambición llevada hasta el extremo de causar sufrimiento a los demás. Aún entiendo menos la indiferencia ante ese sufrimiento. Por eso escribo sobre ello. No sólo para que los demás se enteren, que ya lo saben. Si no para no olvidarme yo.
      Gracias por tus palabras, amiga paseante.

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