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martes, 12 de noviembre de 2013

LIBROS QUE SALVAN VIDAS

"A GOOD STORY" ("UNA BUENA HISTORIA")
by Edouard Frère



Hace tiempo descubrí por casualidad, como a veces me pasa, una pequeña novela titulada "Salvar la Vida con Shakespeare", de Bob Smith. En realidad no iba buscando este libro cuando fui a la biblioteca,  pero él me encontró a mí. Con ese título comprenderán que yo no ofreciera la menor resistencia. Dicha novela relata la historia de la vida de un hombre contada por él mismo. En sus recuerdos quedan grabados los días en que vivía con su padre, un hombre que continuamente montaba broncas a su mujer y a su hijo,  en parte por su carácter, y en parte por la influencia del alcohol que consumía en grandes cantidades. Cuando ésto sucedía, el chico protagonista huía de la escena, cobijándose en un viejo coche que alguien había abandonado frente a la casa donde vivían, y donde el muchacho tenía siempre escondido algún libro. Así lo hizo durante unos cuantos años, hasta que pudo abandonar el caótico hogar familiar.
Cuando ya de mayor, decide volver al que fuera su hogar para visitar a su padre, que vivía ya sólo, pues la madre había fallecido, éste le reprocha el que cada vez que él llegaba a casa con ganas de hablar, él se marchara sin hacerle caso, y se pusiera a leer en un coche destartalado.
Nunca entendí -le echa en cara- por qué siempre escondías tu cabeza en un libro.
Y el hijo le contesta:
-Porque ése era el único lugar adonde tú no podías seguirme.

Para el padre el gesto del hijo era de cobardía. Para el joven era una cuestión de supervivencia. Podía haberse quedado en mitad de las discusiones. Podía haberse dejado abducir por una espiral de violencia verbal, pero él eligió salvarse, se agarró al único bote salvavidas que conocía o tenía en esos momentos más al alcance: un libro.  Y con ello venció a lo que parecía que iba a ser su destino.
Alguien dijo una vez que una huida a tiempo, equivalía a una victoria.

Hace unos meses, al volver a casa, me encontré sentados en el descansillo de mi piso, una joven pareja que, al parecer, pretendían pasar allí la noche. Cuando les dije que se fueran a la calle, que ahí no podían estar, él  se levantó con ánimo de enfrentarse a mí. Al hacerlo, me percaté del fuerte olor a alcohol que despedía. Decidí que lo mejor era hablar con serenidad, y les pedí, por favor, que salieran a la calle.
Yo llevaba en la mano un par de libros. No sé cómo lo hizo, pero el joven me cogió uno de ellos. Al intentar recuperarlo, esquivó mi mano y soltó esta frase:
-Tengo cara de cabrón, pero yo leo libros.
Empezó a ojear el libro que me había cogido, y todo él se transformó. La cara se le iluminó. Sus manos, que hacía apenas un instante estaban deseosas de convertirse en puños, se envolvieron en delicados movimientos. Podía haber arrugado las páginas, pero las pasó con sumo cuidado, deleitándose en cada uno de sus movimientos. Tenía razón, era un lector. Sólo un asiduo lector sería capaz de tratar así un libro.
Al final me lo devolvió y se marcharon sin armar bronca.
Estuve varios días sin poder olvidar a ese chico y su contundente frase.
El verano se fue y ha llegado el otoño. Ahora que las noches son más frías, me pregunto qué habrá sido de esa pareja. ¿Estarán esperando a que alguien vuelva a dejar algún portal abierto para colarse? Aunque, si soy sincera, lo que realmente me está arañando por dentro es el no haber tenido suficiente capacidad de reacción para haberle dicho: quédate con el libro. Léelo, disfrútalo. Cambia la botella  de alcohol por él,  y verás que aún se pueden solucionar tus problemas, sean cuales sean. Lee, no dejes de leer porque cada frase, cada enseñanza que saques de éste y otros libros, te van a dar argumentos y fuerza para luchar contra cualquier adversidad, para enfrentarte a cualquiera que quiera convencerte de que no vales nada, porque no es así. Eres nada más y nada menos que un hombre, un ser humano, con toda la grandeza que esas palabras conllevan.
Cuantas buenas historias encierran los libros, cuantas buenas historias se nos cruzan en el camino. Cuanta buena gente hay vagabundeando por el mundo creyéndose seres sin valor, ¡con todo lo que valen!  Ojalá que esta pareja encuentre un bote salvavidas como el protagonista del libro que arriba he comentado, y que el final de su historia, sea también un final feliz.

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